miércoles, 26 de diciembre de 2012

"Mejor Imposible" y el Modelo Constructivista




La película protagonizada por Jack Nicholson Mejor imposible, ha sido premiada con 2 Óscar y 3 Globos de Oro debido al increíble trabajo de su director James L. Books. Un fantástico film que retrata a la perfección el entorno de un enfermo que padece un trastorno obsesivo compulsivo y termina dándose cuenta de que tiene una percepción falsa de la realidad. Un rasgo que podemos apreciar en el cuidado que tiene al caminar por la calle, evitando el contacto con cualquier otra persona, así como la impecable rutina que mantiene yendo a comer todos los días, a la misma hora en el mismo restaurante, siendo atendido por la misma mesera mientras se sienta en la misma mesa de siempre. Sin embargo, una serie de cambios y acontecimientos hacen que Melvin vaya modificando su conducta con el paso del tiempo. De este modo, podemos decir que nos encontramos ante un claro ejemplo de modelo educativo constructivista, pues la interacción del protagonista con otras personas y los acontecimientos que van produciéndose en su vida, provocan un cambio radical en la conducta de Melvin.



Al examinar los hábitos cotidianos de este personaje, nos encontramos con conductas obviamente obsesivas. Desde el momento en que se levanta y entra en el cuarto de baño, podemos observar un orden excesivo en todos los productos de higiene personal, como por ejemplo, las barras de jabón que conserva minuciosamente acomodadas de acuerdo a su color, así como en el momento en el que se lava las manos con suma precaución, ya que comienza por abrir una barra de jabón completamente nueva, dar un par de talladas a sus manos y tirarla nuevamente.


Son características de este trastorno las obsesiones, entendidas como pensamientos parásitos causantes de malestar extremo. Por otro lado, también es preciso resaltar la presencia de compulsiones, las cuales se definen como actos ritualizados que el enfermo realiza en respuesta a esas ideas irracionales que impregnan su psiqué, con el fin de reducir su ansiedad. La intensidad y frecuencia de estas “rumiaciones” fluctúa a lo largo de la evolución de la enfermedad. La realización de estos rituales de forma irrefrenable repercute negativamente en la vida del paciente y su familia. También es destacable el impacto sobre las  relaciones sociales y su vida laboral. Sin embargo, existen repercusiones de otra índole; somatizaciones o alteraciones físicas como por ejemplo, lesiones abrasivas en la piel en el caso de los pacientes cuyo TOC se centra en la obsesión: contaminación/limpieza.

A lo largo de la historia del cine, muchas han sido las películas que han intentado retratar diversas patologías psiquiátricas. Podemos valorar este acercamiento del séptimo arte a la psiquiatría como algo positivo, ya que se ha convertido en una buena  fuente de información, en muchos casos la única. Desafortunadamente, en ese rasgo de singularidad, puede radicar un grave problema, pues en muchas ocasiones, el único contacto que puede que haya tenido el espectador con un enfermo psiquiátrico puede que sea precisamente a través de la cinematografía; si la sintomatología o características intrínsecas de estas patologías están distorsionadas, la imagen que por tanto obtendrá la sociedad estará profundamente alterada.

Las definiciones de los personajes enfermos distan bastante de las que aparecen en los manuales de psiquiatría. En muchas ocasiones, por motivos de guión, por afán de provocación, o simplemente, porque “el cine es cine, y el cine es ficción”. Por tanto, resulta totalmente necesario analizar exhaustivamente las características que conforman el personaje de Melvin (Jack Nicholson) en Mejor imposible, y realizar una diferenciación entre esos comportamientos y actitudes que están claramente vinculadas con su proceso de enfermedad y esos que, por el contrario, podrían servir simplemente como “ornamentación cinematográfica”. El protagonista de la cinta americana se caracteriza por su marcada homofobia, xenofobia, carácter agresivo, altivez, egoísmo… Ya desde el comienzo de la misma observamos su carácter déspota acompañado por el uso indiscriminado de un lenguaje bastante soez. De acuerdo con la definición del concepto de trastorno obsesivo compulsivo, que se aporta al comienzo de este escrito, no podemos considerar estos rasgos como parte de la patología, sino que deberíamos atribuírselos su propia personalidad.

A pesar de la idea expuesta previamente, y teniendo en cuenta que la aproximación al trastorno por parte de esta película podría ser algo superficial y reduccionista; me gustaría resaltar cómo Mejor imposible nos puede servir a modo ilustrativo para posteriormente profundizar sobre el modo en que la realidad social de una persona, sus hábitos y sus relaciones, pueden contribuir a un cambio radical de su comportamiento. En Mejor Imposible podemos ver cómo los personajes estimulan el proceso de análisis y reflexión de Melvin desde su propia práctica social, para transmitirle una paz y una seguridad que termina convirtiéndole en un sujeto adaptado a su realidad.

Sara Díez García

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