martes, 11 de diciembre de 2012


La explotación infantil, un problema de todos


Ya son 218 millones los niños que cada día se ven obligados a realizar trabajos forzosos y altamente peligrosos. Cifra que ha ido creciendo de manera considerable a lo largo de los últimos años. Actualmente, 8 millones de niños son esclavizados para trabajar en las minas, en el campo e incluso en sus propias casas. En la mayoría de los casos, se trata de un maltrato que afecta principalmente a  niños varones. Sin embargo, en los últimos años ha aumentado de forma desorbitante el número de niñas que cada día son explotadas sexualmente u obligadas a contraer matrimonio por la fuerza con fines comerciales.
Desgraciadamente vivimos en una sociedad que se muestra ajena al problema. Es duro pensar que existen millones de niños en el tercer mundo que tratan de sobrevivir en situaciones precarias. Sin embargo desde el “primer mundo” prefieren hacer la vista gorda y pensar que se trata de un problema que no nos concierne. La mayor parte de las personas de este país piensa que la explotación infantil sólo afecta a los niños de los países menos desarrollados.
Un informe de UNICEF publicado por El Mundo asegura que en España existen más de 170.000 menores de dieciséis años trabajadores. Se trata de niños que se ven obligados a dejar de lado su educación para ser explotados y maltratados de la forma más atroz. A esto hay que sumarle los más de 70.000 niños que no acuden a clase o no están escolarizados.
Un estudio realizado a chicos y chicas de entre diez y quince años ha desvelado cifras verdaderamente sorprendentes. Según las encuestas más de 100.000 menores se dedican a tareas domésticas; 15.000 trabajan a diario en el negocio familiar, 10.000 se dedican a tareas agrícolas, ganaderas o de pesca; 10.000 lo hacen en publicidad, 4.600 se emplean en fábricas y talleres y 2.000 recorren las carreteras para trabajar en la venta ambulante. A pesar de las cifras, el gran reto de todos los gobiernos y las instituciones internacionales que luchan contra la trata de seres humanos es "identificar a  más víctimas" para saber qué situaciones les hacen "más vulnerables" y evitarlas.
En nuestro país, la explotación infantil afecta principalmente a los inmigrantes, con especial incidencia en los magrebíes y portugueses. Normalmente son utilizados para recoger aceitunas en Jaén o tomates en Extremadura. En lugares como Canarias, Murcia y Castilla-La Mancha ha aumentado la mano de obra infantil, especialmente extranjera.
Los niños son más fáciles de reclutar, convencer y trasladar que los adultos, y por tanto, frente a unos costes muy bajos, generan un gran beneficio económico. De este modo la explotación infantil se ha convertido en un negocio que mueve unos 23.500 millones de euros anualmente en todo el mundo.

Irene Cuesta Perdido


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